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Es conveniente seguir técnicas adecuados a la hora de emprender las etapas del Camino de Santiago. Si bien es cierto que influyen factores como la edad, el peso corporal o el de la mochila, se deberá empezar suave para que el cuerpo se vaya calentando. Después se acelerará con una marcha regular y continua pero que será a paso suave y rítmico.

Antes

Se recomienda realizar algunos estiramientos, sobre todo en las piernas. Un ejercicio puede ser colocar las manos contra la pared e ir apoyando poco a poco toda la plata de los pies hasta que se note tensión detrás de las rodillas.

Durante

Cada hora o dos horas hay que descansar. Sin embargo, se harán más o menos descansos según el cuerpo lo pida, la climatología o cualquier otra circunstancia como puede ser visitar monumentos, sacar fotografías o realizar preguntas.

Para conseguir un paso cómodo hay que andar sin ningún tipo de esfuerzo pudiendo mantener una conversación. El caminar tiene que ser natural como el respirar, es decir, que se haga sin darnos cuenta.

En terreno llano el paso no será larga ni corto, en las subidas será más corto y lento y en las bajadas si el suelo lo permite el paso será largo y rápido. Es importante fijarse en dónde se pone el pie porque un paso mal dado puede provocar lesiones.

Otra recomendación es llevar un bordón porque se hace menos monótono el trayecto y es muy útil para las subidas y las bajadas.

Después

Tras cada etapa es fundamental el descanso, así como el cuidado de los pies. Para prevenir ampollas hay que evitar la sudoración excesiva con una buena higiene y usar calcetines adecuados, así como no estrenar botas nuevas para el Camino de Santiago. En cuanto a la hidratación de los pies es frecuente aplicar vaselina después de cada recorrido y polvos de talco antes de emprender la marcha de nuevo.